La actividad privada exige permanentemente a la actividad pública que desarrolle infraestructura en los destinos. Algunos gobiernos recogen el guante y lo hacen. Ponen al turismo como estrategia de desarrollo y así asoma la tan valiosa “decisión política”. Con el tiempo la infraestructura aparece: Hoteles de cadena, centros de convenciones, predios feriales, estadios deportivos, conectividad aérea, y muchos otros activos relacionados. Y entonces la difícil realidad se hace evidente, aunque la tan anhelada materia prima ya está disponible, los productos turísticos no ven la luz de lo concreto.
La primera incongruencia evidente es que en el sector privado nadie se siente responsable directo de fundar nuevos productos, aun cuando todos reconocen que ése es el combustible que dinamiza sus propios modelos de negocio. Pareciera que la creación de productos es tarea de algunos otros que son muy criticados, que no están identificados, ni muy bien definidos.
La segunda incongruencia es que la nueva infraestructura no vino a sumar o multiplicar riquezas tal como se esperaba, sino por el contrario sucede que resta y divide. El incremento de la oferta sin los nuevos productos turísticos solo provoca que el negocio se diluya entre más jugadores, y entonces la perinola de la industria cae por el lado del “todos pierden”.
La tercera incongruencia se pone de manifiesto con mucha evidencia en el corto ciclo de vida de las nuevas rutas aéreas. Luego de años de espera, con mucho esfuerzo, algunas veces con el apoyo transitorio de los gobiernos, y otras veces a puro estrés financiero propio, las líneas aéreas implantan nuevas conectividades. Y una vez más la inacción de la actividad privada por generar demanda, asegura baja ocupación, y provoca el resultado obvio. La falta de rentabilidad hace que las rutas se cancelen. Y otra vez más los costosos logros se convierten en frustración.
Crear productos turísticos de diseño, efectivos, diferentes, e innovadores es responsabilidad de todo el arco de actores turístico. Cada individuo debe estar involucrado, y hasta el extremo de medir su rendimiento, en base a su aporte al destino. Nadie puede quedar exento, y todos son solidarios con el resultado global del destino.
Entonces por definición podríamos inferir que las instituciones empresarias en cualquiera de sus formatos posibles, asociaciones, cámaras, burós, federaciones, etcétera; son las responsables de estimular a todo el ecosistema para que los productos turísticos en cantidad y calidad sean una realidad en la generación de riqueza.
Este análisis pone en evidencia el rol protagónico que tienen las agencias de viajes en el desarrollo de los destinos. Son ellas las generadoras de la oferta a través de la construcción de productos turísticos, más allá de la modalidad y el ámbito en el que se desarrollen, son las que lleva adelante la evolución de los destinos.
Si ponemos el foco de estudio en las empresas que pueden considerarse “casos de éxito”, veremos de forma casi invariable, que se centraron en provocar al mercado con oferta de productos concretos. Y ni siquiera productos tan innovadores o distintos, que, si lo son tanto mejor, pero se concentraron mucho más en lograr productos simples, bien formados, y muy empaquetados. Tienen claro que esas características son las que permite escalar en volumen sin que la logística se convierta en la limitante de crecimiento.
También vemos que en la gran mayoría de las veces una sola agencia de viajes no tiene capacidad suficiente para encarar el desafío de desarrollar un producto turístico tal que el consumo masivo lo convierta en negocio. Y seguramente éste sea el principal obstáculo para el desarrollo de los destinos. Pero si se suma el esfuerzo de varios participantes se garantiza el resultado y por fin la perinola de detendría en la cara “todos ganan”.
Hoy existen múltiples herramientas digitales que pueden ayudar a las agencias de viajes desde el armado hasta la comunicación de esos productos turísticos, ya sea desde sistemas o software de gestión, CRM turísticos hasta sistemas de gestión de Redes Sociales o de E-mail marketing personalizados. Con más razón: no hay excusa para que los agentes de viajes no se conviertan en los grandes generadores de oferta y puedan trabajar en forma mancomunada con el sector público y también, con otras agencias.
Por supuesto que para que esto ocurra se necesita madurez. Dejar de pensar en competidores, para pensar en colegas, dejar de pensar en que mi agencia crezca, para pensar en que el destino crezca y me arrastre. El único remedio es la unión, porque todos tienen los mismos objetivos fundamentales, y nadie tiene la fuerza individual para hacerlo.
Productos turísticos, tan simple como complejo…!